Lasaña de calabacín: ¡receta vegetariana!

Receta ↓ Ángela Solar

¡Descubre la magia de la lasaña de calabacín! Una receta vegetariana que conquistará tu paladar y te aportará todos los beneficios de las verduras. Ideal para compartir en familia, este plato es un festival de sabor y color que no requiere de habilidades culinarias avanzadas.

Con tan solo unos ingredientes sencillos y pasos claros, lograrás una comida exquisita y saludable que, sin duda, pedirás repetir. Además, es la excusa perfecta para sumar más verduras a tu alimentación diaria de una manera deliciosa.

Si te encanta innovar en la cocina, te invito a probar esta versión vegetariana de berenjenas rellenas, una auténtica delicia. Y para los amantes de los sabores mediterráneos, os recomiendo el arroz negro con chocos: fácil, rápido y ¡lleno de sabor!

Ingredientes que necesitarás

Para esta lasaña vegetariana, te voy a contar cuáles son los ingredientes clave que necesitas tener a mano. ¡Verás que son muy fáciles de encontrar!

• Calabacines - Necesitarás unos cuantos, dependiendo del tamaño de tu lasaña. Yo suelo usar tres medianos. Lávalos bien y córtalos en láminas finas; así se cocinarán perfectamente.
• Berenjenas - Al igual que los calabacines, elige berenjenas frescas y firmes. Las cortaremos en rodajas y las precocinaremos un poco para suavizarlas.
• Salsa bechamel - La haremos desde cero, y te prometo que es más fácil de lo que suena. Solo necesitas mantequilla, harina, leche y una pizca de nuez moscada para darle ese toque especial.
• Queso rallado - Aquí puedes elegir el que más te guste. A mí me encanta la mezcla de mozzarella con parmesano por ese sabor intenso y la textura que le da al gratinado.

Con estos ingredientes, ya tienes la base para un plato que dejará a todos pidiendo más. ¿Listo para empezar?

¡Manos a la obra con los ingredientes!

Para que nuestra lasaña de calabacín sea un éxito rotundo, vamos a preparar con mimo cada ingrediente. Así, cuando llegue el momento de montarla, cada capa estará rebosante de sabor y todo cocinará a la perfección.

• Calabacines: Vamos allá, ¡que no se diga! Lava bien esos calabacines para que no quede ni rastro de tierra. Luego, con tu mejor cuchillo o esa mandolina que tienes olvidada en el cajón, corta láminas finitas. ¿El truco? Así se harán en un santiamén y quedarán de lo más tiernos.
• Berenjenas: Igual que con los calabacines, dale un buen meneo bajo el agua. Luego, a rodajear se ha dicho, pero no te pases, que con medio centímetro tenemos de sobra. Dales un golpe de sartén antes de que entren en juego en la lasaña, para que se pongan tiernecitas.
• Salsa bechamel: Aquí viene la magia. Pon a derretir esa mantequilla y mézclala con la harina. Cocina un par de minutitos y luego, a fuego lento, ve añadiendo la leche caliente. Remueve que te remueve para que no se formen grumos. Y no te olvides de la nuez moscada, que le da el toque estrella.
• Queso rallado: Escoge un queso que se derrita como los dioses y que te haga cantar de gusto. Rállalo para que su sabor sea más potente y convierta tu plato en la reina de la mesa.

¡Vamos a por el montaje de nuestra lasaña de calabacín! Ya sé que puede parecer un poco complicado, pero créeme, una vez que lo hagas un par de veces, te resultará muy sencillo.

1. Empezamos colocando una capa de calabacines y berenjenas en el molde. Personalmente, me gusta alternar una lámina de calabacín con una de berenjena para conseguir un bonito efecto visual.
2. Añade una generosa cantidad de salsa bechamel y esparce el queso rallado por encima de las verduras. No te preocupes si se derrama un poco, ¡eso le da un toque extra de sabor!
3. Repite el proceso hasta completar todas las capas, terminando con una capa de queso rallado en la parte superior. Mi truco: deja un poco de salsa bechamel aparte y úsala para cubrir el queso rallado en la última capa. Así, cuando gratines, quedará dorado y crujiente.

¡Ya estamos cerca del final! Una vez que hayas montado tu deliciosa preparación de calabacín, precalienta el horno a 200 grados centígrados. Hornea la lasaña durante 25-30 minutos, o hasta que veas que el queso se ha derretido y está dorado a tu gusto. Personalmente, me encanta cuando el queso tiene ese toque crujiente en la parte superior.

Una vez que la lasaña esté lista, déjala reposar durante unos minutos antes de servir. Esto hará que se asiente y sea más fácil de cortar y disfrutar. ¡Y no te olvides de presentarla con orgullo! Una lasaña bien elaborada merece ser admirada antes de ser devorada.